Para siempre...



Creo que todos tenemos algún día en que dan ganas de escondernos en la gorra, un poco cansados de la infatigable persecución de nuestra diabetes en el día a día. En esos momentos, nada mejor que ver una sonrisa conocida, que nos quite la gorra y nos devuelva las ganas de levantarnos y continuar, que nos apoye, por y para siempre.
(Y oye, ojala que esto que tenemos no sea para siempre, la esperanza no se pierde!)


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