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Se conoce que no se me da muy bien eso de los homenajes. Pero este es uno que tenía pendiente desde hace mucho tiempo.

Se que a la mayoría no les gusta que se le atribuyan etiquetas celestiales o mágicas a los sanitarios, ni que se les de, según ellos, más valor del que tienen, ya que solo realizan su profesión. Pero el tema del “ángel” viene por un cúmulo de circunstancias, es un pensamiento que me vino desde casi la primera impresión. Un tiempo de no muy buenas experiencias con otros compañeros suyos, la necesidad imperiosa de que me salvaran, y ese estado medio onírico en el que me quedé aquella noche, sin duda condicionan todo esto. Pero lo que cuento en las viñetas es real, y se me quedo grabado a fuego. Recuerdo incluso escuchar alguna conversación con sus compañeros, en que parecían recriminarle porque se esforzaba tanto. Él habló sobre que es algo vocacional, o eso creí escuchar.

Ni siquiera era excesivamente simpático, pero si profesional y atento. Hizo todo y más por estar pendiente de mi aquella primera noche, mientras atendía a otros muchos y me hubiera gustado darle las gracias.

Es una pena, que no se destinen más recursos para tratar mejor a los profesionales de la sanidad pública, porque es un tesoro, y en ocasiones, si es tan buena, es por el desmesurado esfuerzo que hacen muchos para que así sea. Porque sí, es bonito que tu profesión te encante, y sea vocacional, pero la falta de recursos no debería hacer nunca que esos que sienten la necesidad de ayudar y de desempeñar su profesión lo mejor posible, tengan que esforzarse por encima de lo que deberían, para suplir esa ausencia de recursos con buena voluntad, trabajo de más y sacrificio de su salud física y mental.

Y nada más, espero que os guste este formato, aunque sea un poco más serio, me interesa también compartir pequeñas historias y reflexiones así con vosotros, aunque no sea algo que vaya a ser muy habitual, pero si para ir intercalándolo.